El centurión de las tablas costarricenses

Foto tomada del sitio web oficial del teatro El Triciclo

Entrar al centro de San José es cautivante, sus habitantes no corren atairados, uno que otro camina más rápido mirando su reloj; pasar por los tribunales del Poder Judicial y luego ir a las angostas calles de la parte de atrás es un juego de contrastes, este sector en San José parece detenido en el tiempo, tiene un aire de los noventas, llego al teatro El triciclo, lugar en el que me citó Rodolfo Araya.
Aún es de día el teatro aunque está abierto se encuentra apagado, sin vida aparente, esa es mi perspectiva desde la última banca, hay una escenografía montada, telas, muebles y puertas de colores vibrantes, mientras me pierdo en la composición del escenario escucho al fondo, “Hola preciosa, ¿Cómo está mi chiquita?”, la voz la reconozco, he visto al hombre que tiene esa voz en más de una veintena de entrevistas, volteo pero no logro verlo, pasados unos segundos entra, se presenta de manera afectuosa y me dice que pasemos al teatro Lucho Barahona.
Caminando hacia el teatro al lado de Araya lo observo, el hombre que tengo frente a mí ha sido un padre militar cascarrabias, un italiano loco, un enamorado eterno, un mafioso ruso y la lista puede seguir. Araya tiene más de 50 años dedicando su vida a entretener, trasmitir y comunicar, eso para el es su pasión: la actuación.
La entrevista se lleva a cabo en el camerino del teatro Lucho Barahona las paredes tienen un color amarillo gastado, tiene grandes espejos y todos los atuendos de los actores están colgados en percheros, lo que parece parte de la ambientación, que al mismo tiempo le aporta vida al lugar.
Rodolfo Araya se sienta frente a mí erguido, pero atento, se ha quitado el sombrero, sus ojos emanan curiosidad, y su sonrisa amable sigue. “¿Está todo bien?¿Estás cómoda?”, le digo que si, un par de actores entran y salen, se disculpan y cierran la puerta.
Le pregunto: -¿Dónde lo lleva el olor a café?. Abre bien los ojos se lleva el índice a la boca, piensa y dice:-Nunca lo he pensado, me encanta el olor del café pero el sabor me gusta más, hace poco me llegaba a tomar 32 tazas de café, pero lo reduje a la mitad sin darme cuenta, ahora tomo agua para reponer la cantidad de líquidos que le entra al cuerpo. Su adicción por el café me parece inusual, calla un momento y sin titubear y entre risas repone enfático con un ¡No! rotundo a la osada idea de dejar esta bebida.
Para los actores la vida se siente en las tablas, las emociones son su materia prima, de esto puede dar cátedra Araya ya que ha realizado más de un centenar de obras.
-Don Rodolfo ¿Con cual obra se identifica más?
-Uno se enamora de todas las obras pero puedo decir que “La Ratonera” de Agatha Christie me apasionó, yo era un italiano loco, que hablaba en español con acento italiano y decía unas cuantas palabras en italiano; de Londres nos mandaron la traducción del texto, con una amiga italiana practiqué las palabras, pero con el acento me llevó candangas, cerca estaba semana santa santa y pues vi todos los discursos del papa, de los obispos y curas del vaticano, ¡Me los mande todos! y no había ninguno con acento, esto debido a su preparación intelectual, y entonces comencé a ver películas viejas, de esas malas, malas, que habían hecho en Italia que solían ser en  barrios, ahí si pude coger un poco de acento, gracias a películas de maleantes.
La escuela Buenaventura Corrales es un lugar que significa mucho en la vida de Araya, estudió en ese lugar y fue donde actuó por primera vez, le cuestiono:
-¿Que será lo que aún permanece de ese niño en Rodolfo después de más de 50 años?.
-La impresión, por que cuando por primera vez actué, fue muy impactante, me gustó.
La primera novela que realizó fue el en canal 4 “El diario de una niña”. Sin ufanarse recuerda que la pasaban los sábados a la siete de la noche, que duraba una hora y que todo era en vivo , por que aún no llegaba el equipo para armar VHS. Un referente y alguien de importancia en su carrera fue Alfredo Catania, él a una semana de que Rodolfo Araya se graduara lo contrató, su primera oportunidad laboral fue en el teatro Carpa y bajo la dirección de Catania trabajó por 27 años.
De tanto en tanto Araya se acomoda  en el sillón, explica con las manos y sus anécdotas vienen una a una, trasmite tan bien sus recuerdos que parece un libro de cuentos viviente, el sacerdocio estuvo entre sus opciones y comenta con anhelo “Curiosamente, el año pasado conversando mis compañeros, les decía que la época más linda de mi vida fue cuando yo estudiaba para sacerdote, hubiese sido un hombre feliz, pero no fue así, la vida me llevó por otro rumbo y soy inmensamente feliz haciendo lo que hago.”
Decirle la palabra carpa a este hombre lo traslada al pasado, por unos segundos se ensimisma y respira hondo “Ay es tan lindo, por que ahí fue donde yo empecé a actuar, en una carpa, en el teatro carpa. Yo recuerdo que desde chiquitillo cuando estaba en la escuela Buenaventura Corrales, cuando vivía en San Francisco de Dos Ríos, me venía hasta Plaza Viquez y cuando estaban los circos, me quedaba atrás de las mayas, durante el día veía a los actores ensayando al aire libre, yo solo soñaba, imaginaba en como sería la vida de esa gente, que al llegar a la noche toda la vida cotidiana, ¡Bruuuuum! (abre sus dedos haciendo un movimiento circular, tratando de imitar unas luces del teatro) se convierte en un espectáculo, con luces, con música y con aquella belleza, me imaginaba que era lo que podían sentir todos esos artistas que estaban ahí.”
Sus allegados coinciden en la sensibilidad, la cortesía y nobleza de Araya, le gusta bromear y durante una de sus más recientes funciones les hacía creer a los actores que se caía, mencionarle esto lo hace reírse y una vez que puede parar comenta:
-Casualmente en esta obra que estoy haciendo, me pasó hace dos o tres semanas que estábamos fuera de escena, la obra ya estaba transcurriendo, entonces estamos sentados afuera en unos cajones, en gradas, estamos en silencio, hablando muy bajito, para que no entrara la bulla al escenario, y veo que entran tres compañera se sientan, y había un cajón atrás de ellas junto a la pared, y entonces ¡la chispa de jodedor que tengo yo! (En ese momento su cara, toda ella era del gato Cheshire), y me arrimo, y hago que me voy a sentar, pero hago que pasé recto en el aire y levanto los pies, golpeo la pared y toda la carajada, hago como que me caigo. Las tres señoras se han pegado un brinco, para agarrarme por que pensaban que me iba a matar, y yo les di las gracias, al rato ese mismo día vuelvo hacer lo mismo y reaccionan igualmente,a la tercera vez brincaron del susto pero no me atajaron (se ríe a carcajadas), me dijeron: -Mirá te va a pasar las de del pastor mentiroso,que luego cuenta la verdad y nadie le cree.
La disciplina es una virtud que tiene este artista, le comento:
-¿Que tan estricto y crítico es consigo mismo? .Rápidamente me suelta: -Uyy (la viva imagen de la resignación meneando la cabeza en negación), uy, soy terrible, yo me autocritíco de una manera muy fuerte por que conozco muy bien mi profesión, ahí es donde soy más duro conmigo mismo, yo además saqué la especialidad de Educación Vocal y conozco como trabaja todo nuestro aparato para sacar la voz, entonces, cuando monto una obra me doy cuenta cuando no estoy haciendo las cosas como deben ser, me desespero y me enchicho por eso, solo logro sentirme contento cuando consigo hacerlo bien, es ahí cuando empiezo a disfrutarlo.
El tiempo parece no pasar le pregunto: -¿Que papel juega la familia en su vida?. Suspira, me pregunta: -¿Mi familia?.-Si.. su familia.
-Es bien curioso por que desde antes de casarme mi novia ya sabía que actuaba, hasta la llevaba a ver obras y todo normal, mis hijos crecieron viéndome en el escenarios, estudiando y ensayando, para ellos es todo muy normal, la visión de ellos es muy diferente como a la de los amigos que se impresionan, y me dicen que maravilla mi carrera, pero para mi familia no, para ellos eso es normal.
¡El show debe continuar! es una de las expresiones más triviales y crudas del mundo del entretenimiento, Araya le ha tocado aplicarlo en muchas ocasiones, para este momento tiene una posición encorbada, me dice:-Es una expresión dura, me pasó trabajando en el Teatro Carpa con un compañero, estábamos por irnos de gira a Estados Unidos y México con una obra, teníamos un compañero mayor, y muy enfermo al grado que llegaba con la panza hecha una bomba, y no se podía agachar; para vestirse teníamos que ayudarlo, lo llevábamos al escenario antes que empezara la obra y sentábamos en una silla, donde por dicha pasaba ahí toda la obra, Alfredo Catanía le dijo varias veces que paráramos y que lo acompañaba al médico, y el le decía:- No Alfredo, ¡El espectáculo debe continuar!. Todo siguió, nos fuimos para las casas y al día siguiente me llama y es la esposa de Alfredo y me dice que Roberto murió en la madrugada, (gracias a su impresión parece que se le van a salir los ojos), ya hablando con Alfredo nos dijo que quería hacerle un homenaje ese día, preparó todo para la función de esa noche, entonces el teatro se llenó, igual que siempre y toda la carambada, antes de empezar la obra Alfredo subió al escenario y le contó al público lo que había pasado, que íbamos a dar la función... ishh (las lágrimas saltan), ¡Me llegó! ¡Ah! (hace algunas exhalaciones se toma unos segundos de silencio total, en ese momento ni siquiera se escucha a quienes ensayaban en el escenario de abajo para esa noche) ¡Muy fuerte! (Se le quiebra la voz y continua el relato), que era en honor a él, que había muerto esa madrugada, salió del escenario, se apagó el teatro y entró la música de la obra, entramos a actuar llorando todos, ¡Fue un exitazo!.
El público costarricense lo recuerda por el papel de don Pedro en “La Pensión”, hay cosas que se extrañan, Araya comenta lo siguiente: -Mirá yo extraño a todos los personajes de mi vida, pero don Pedro fue muy significativo, por que yo estuve 14 años haciendo a don Pedro, yo hice más de 800 capítulos con ese personaje, a mi me dieron el perfil del personaje, un hombre enojado, peleón, y toda la carambada, pero es un ser humano... tiene que vivir todas las etapas del ser humano, estar feliz, avergonzarse, llorar. Yo lo hice analizando cada parte del guión, para estudiar sus reacciones, aprendí mucho. Por otro lado para mi don Pedro es como mi hermano mayor, yo lo admiro horrores por que era muy culto, educado, honrado, honesto, cuando me dijeron:¿Que haría si el personaje moría?, en esa ocasión lloré, soy sensible, soy extremadamente sensible, y eso me ayuda en la actuación; pero por otro lado, yo como Rodolfo Araya, es más fácil que sufra.
Araya tiene un mantra y es : “Vivir la situación y que el texto sea un pretexto”, esta frase ha sido vital para desarrollar la pasión que siente Rodolfo por la actuación, a esto comenta:
-Ha sido una cuestión de siempre, en el musical “ Huella en el tiempo”, fue tan fuerte el trabajo para armar el personaje, que tuve que irme a los más profundo de mi ser para que naciera primero lo que estaba sintiendo, y que el texto fuera un pretexto, para darle al público la oportunidad de ir entendiendo la historia.
Sacar sonrisas es de lo que más le gusta hacer a Rodolfo Araya pero lo que lo motiva es otra cosa, “Lo que me da una gran satisfacción no es ni siquiera el aplauso del público, por supuesto es algo bonito, mi mayor satisfacción es sentir yo que yo hice un muy buen trabajo”.
Este hombre contiene muchas emociones y con el pasar de la entrevista adopta en sus voz muchos tonos, ahora se encuentra un poco reflexivo, le comento:
-La vejez para muchos es un tema del que no les gusta hablar, hay quienes mienten en acerca de cuantos años tienen, Alberto Acosta compuso una canción alrededor de este tema, una frase de ella dice:“la vejez es la más dura de las dictaduras, la más grave ceremonia de la clausura de lo que fue la juventud alguna vez”.
- Fijate que esa canción me trasmite enfrentar la realidad, no hay manera de quitársela, nadie en el mundo se puede quitar esa realidad que se le va acercando a uno conforme va pasando el tiempo, conforme uno se va haciendo más grande, más adulto, y de pronto la tenés en frente, en tu cara, y duele, duele.
Ante la sociedad actual Araya es un crítico cauto que trata de ser muy respetuoso con sus semejantes, le comento:
-La sociedad de Costa Rica, está por estos momentos en medio del odio en las redes sociales, por pensar, y querer algo distinto.
Después de unos segundos en los que se reacomoda en el sillón, menea un poco la cabeza, como sopesando lo que dirá, con aplomo, un dique de tristeza y alejándose del mal que tenemos los seres humanos de hablar por querer tener la razón, me dice:
-Yo creo que estamos retrocediendo siglos en la historia, el ser costarricense desgraciadamente se ha vuelto una persona que piensa “el que no piensa cono yo está contra mía, por lo tanto es mi enemigo”, eso está pasando hoy en día en Irak, en Siria, y en más países del mundo, una de las cosas que vemos muy fuerte hoy es el racismo, no solo aquí, en Estados Unidos, en Europa ahí es feroz, ¡Fatal!, Costa Rica no estaba metida en esa cochinada, y en los últimos años ha caído en eso, en los niveles intelectuales más bajos que yo he visto en la vida, me duele un montón, me duele, me da mucha pena y mucha vergüenza (...) que pena darse cuenta de golpe, de la sociedad de hoy, no analizamos, oímos para contestar no para entender, que desgracia.”
Después de todo Rodolfo Araya no afloja su espíritu de felicidad, toma su maletín negro y su sombrero, salimos del teatro, esta vez me habla de su familia, y de lo duro que es vivir del teatro, y en un amable y paternal gesto me deja en la Avenida Segunda, donde me despido de el con un abrazo.  

Comentarios

Entradas populares