Fui Leopoldo López por unos minutos.
Estoy en esos momentos de la vida en los que sopesas lo que has hecho, y miro hacia dos semanas atrás, al 17 de Agosto, hace prácticamente quince días, y viajo, viajo a ese día, a las emociones, a la concentración, a la pasividad y a el aplomo con el que desperté (Cosa que no es usual en mi, para llegar a eso tengo primero que salir a correr mínimo media hora), con ese mismo aplomo llegué a las calles de San José que por un instante especial fueron mágicas, nunca las había sentido, nunca habían sido mías, nunca había sido visible para las personas del centro de San José y ese miércoles por vencer el pánico escénico, por ser más fuerte, por darle la oportunidad a un discurso que pese a ser ajeno pudiera ser escuchado, sucedió lo que nunca había pasado y mucho menos imaginado.
Aunque solo fueron un par de minutos, los mismos fueron tan intensos que llegaron a llenar mi día, en ese instante me di cuenta del poder que se tiene con la información, no solo se informa o se expresa, también se le da la oportunidad de escuchar y crear visión a los receptores del mensaje, y para este caso en especifico un poco de lo que se vive y se lucha en Venezuela.
De la manera más humilde, mis compañeros y yo quisimos no solo sacar a flote el barco de ese pequeño fragmento de Ricardo III adaptado a la actualidad, a una problemática que aunque se viva miles de kilómetros de distancia cala en nuestra sociedad, pese que se hizo inicialmente de manera temerosa estábamos seguros confiando el uno en el otro, ya que fueron muchas horas invertidas, más de un mes leyendo esas pequeñas líneas, más de un mes trabajando con mis dos compañeros y más de un mes retándome y preguntándome que podría hacer para no decepcionarme de mi misma y honrar a esos miles de venezolanos que viven en el país.
Interpretar a Leopoldo Lopez no resultó nada fácil conozco de antes su historia de incansable lucha por amor a su país, lo cual me hacia más difícil el reto, el reto de actuar (Que para mi tenía antecedentes nefastos desde dejar botado un monologo en un acto cívico, hasta rechazar clases de la compañía de teatro del departamento del Atlántico en Colombia) y hacerlo bien, lo mejor posible, ya que en esos segundos Anyi Ospino no existiría, era Leopoldo con sed de justicia, de lucha, de amor patrio, en una sala con un clima hostil, humillado y ultrajado por Nicolás Maduro y William Amaro.
Los segundos pasaron y así mismo decenas de personas que para ser sincera no las noté, había un público y yo solo estaba absorta en Leopoldo y en el sentimiento de frustración e impotencia que sienten esas millones de personas que para mi son solo unas pocas caras, para mi son Oscar, Maria Isabel, Maria Gabriela, Hermes, Jacqueline, Isamar, y muchos venezolanos más que tengo la oportunidad de conocer, con los que en algunos casos he compartido desde niña y en otros solo hace unos pocos años.
Por ellos y por los que no mencioné fue que hacer a Leopoldo un personaje mío estuvo fuese algo titánico a mis ojos, que pudiese sentirlo y trasmitirlo lo mejor que podía con un profundo respeto y gran admiración, por esas variables fue que en algunos momentos dudé de si podía o no, solo retumbaban en mi cabeza las palabras de Gaby (Mi profesora de teatro) "Se que tiene que tiene el fuelle necesario, confío en usted..." y fue como esto en conjunto al objetivo de lograrlo, hizo que se alineara todo, para que por lo menos una persona comprendiera de forma rápida y general, como un país se cae en pedazos, sus habitantes se exponen sin medir lo que pueda pasar, todo para una mejor Venezuela que se ha visto ultrajada por un gobierno que no cumplió con su deber.
Es así como me he llevado de las más gratas e inesperadas sensaciones de la vida, la sensación de tener tanta energía que el cuerpo resulta un recipiente al que le falta espacio, se siente morir y vivir, y
sentí que viví mucho en muy poco, de la misma manera publicarles esto no es fácil, me expongo a sus opiniones y el criterio que tengan al respecto, el escucharme y verme en una pantalla es algo que he podido superar, pero al compartir lo que creamos ese día es un acto de valor para mí, algunos temores intentan volver, aunque los apaciguo, solo le toco el hombro a esta chica y le digo "Anyi tranquila, solo es un video y unas fotos".
Espero que quien lea, vea y preste su atención a este material sea de su agrado, gracias a Maria Fernanda por tus fotos, a Alexey por dejarnos plasmado el momento en video, a todo el grupo de chiquis (así nos dice Gaby de cariño) de la clase de teatro por su apoyo, ayuda y cuidado hacia nosotros y a Gaby por tener la loca idea de exponernos en medio San José y mostrarnos una faceta dormida en nosotros una que sin ese toque de locura no sabríamos que existiría, gracias a Fabri y a Richi no lo hubiese logrado sin ustedes chicos.
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